sábado, 15 de abril de 2017

La canilla dejó de gotear

Malena se despertó. Hacía frío. Tenía los pies descalzos. Su cuerpo tiritaba de frío y placer de tener frío, mientras el agua golpeaba contra las baldosas de ajedrez amarillo y rojo. Se tropezó. Logró alcanzar la bendita canilla, aspiró una bocanada de aire, mientras pensaba en su pie dolorido. Cerró la canilla que, consecuentemente, dejó de gotear. Cada punto de agua sobre las baldosas se transformó en una delicada textura húmeda. De pronto, la canilla dejó de gotear y más tarde sobre sus párpados caídos cayó el sol de la mañana. Se había quedado dormida. Mientras la canilla dejaba de gotear, Malena se olvidó de acordarse. La canilla dejó de gotear.

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