sábado, 31 de marzo de 2018

Tiempo

De pronto, uno se da cuenta que tiene el alma encadenada al tiempo. De pronto se da cuenta...que lo que somos sin lo que fuimos no sería para nada posible. De pronto esos días perdidos no están perdidos. La vida, el tiempo, esa inenarrable sensación de continua agonía...esperamos que termine la clase para salir al recreo, esperamos que termine la semana para que llegue el finde, esperamos que lleguen las vacaciones para poder descansar una o dos semanas y volver al trajin. Verdaderamente somos una raza miserable. Una raza que no pide nacer, no sabe vivir y no quiere morir. Una raza que vive a base de premios y castigos, que creen en algo (lo que sea). Somos esa raza...que corren detrás de un billete como un burro detrás de una zanahoria colgada en su cabeza, que pende frente a sus ojos. Al crecer y darnos cuenta de que la juventud no es eterna... caemos en la cuenta de que algún día nos jubilaremos y podremos tener una existencia reposada...pero el reposo no existe en una mente contaminada de que dirán. En todo caso, el reposo no existe. A veces levantamos la vista al cielo con ojos lluviosos cansados...y pensamos que algo existe. Será bueno? será malo? Creemos, más no sabemos. Será que no el importamos? Existirá? Tal vez solo es un genio malvado riéndose de una raza miserable. Pero no. El es el que Es, el que Fue, El que será. El que llama a las aguas de los abismos, el hace latir el Seol y obliga a los volcanes a escupir lava sobre las personas, que huyen como hormigas despavoridas. Es quien derrama del cielo la tempestad, la calma, el amor, la vida, a mansalva. Muerte...si, hay, maldad, de acuerdo. Pero fuimos creados con eternidad en nuestro corazón, para bien o para mal, gritará la eternidad sobre los huesos o los espíritus contristados. Saborear un ocaso, un café caliente, las rodillas lastimadas de caernos al suelo...eso es la vida. Es eso que pasa mientras dormimos, eso que pasa mientras soñamos, mientras desgarramos nuestra alma y dejamos el miedo de lado para patinar hasta que podamos o hasta que nos quebremos, con salud, una pierna. No importa. Es ese salto al vacío, el viento despeinándonos. La luna sobre el río...eso...lo que pasa mientras nuestra alma duerme. Lo que perdemos al dormirnos eternamente. La vida es eso, un chispazo, un soplo, una sonrisa. Después la eternidad. Sabemos que hay eternidad. Lo sabemos...

miércoles, 21 de marzo de 2018

Me duele un lápiz

Me duele un lápiz. En todo el cuerpo. Me duele. Me arde su carbonilla desparramada en mis manos. Quisiera poder dejar de dolerme el lápiz. Y hoy lo voy a hacer. Listo. Adiós, lápiz malévolo. Mi notebook ocupará tu lugar. Te extrañaré, lo reconozco, pero al fin y al cabo, de amor, nadie ha muerto.

martes, 20 de marzo de 2018

GRITAN

Desde siempre, gritan. No saben hablar. Sólo pueden gritar. Gritan de frío, de hambre, de sueño, de dolor, de soledad. Gimen y claman, desde las profundidades y hasta la eternidad.
Gritan y lloran, molestan e importunan. Siempre lo harán. Mientras vivan, mientras mueran, siempre existirán. Nazcan o no nazcan, existirán.
Da igual que los desmembren, que les corten la garganta. Da lo mismo. Seguirán gritando, clamando, importunando, para siempre. Desde las profundidades del infierno, o desde el cénit de la bóveda celeste, gritarán.
Antes del tiempo, en el tiempo y después de los tiempos, patalearán.
Patalean sirios, palestinos, israelitas, patalean negros, amarillos, blancos y colorados.
Patalean, lloran, gritan e importunan nuestros niños. Por eso los matamos. Si es antes, bien, o después, bien; incluso muchas veces mientras tanto.
 Qué ironía...después de pataletas y llantos, se duermen un segundo. Para seguir gritando por la eternidad.


lunes, 19 de marzo de 2018

Parece mentira

Parece mentira pensar, a mi criterio (aunque es completamente real), que uno nunca va a conocer la totalidad del todo. Lo que percibimos es únicamente una parte del todo. Todos percibimos sólo una parte del todo. Dada esta situación, hay idiomas que nunca hablaremos, gente que nunca conoceremos, países y lugares a los que nunca iremos...
Y en ésta era tecnológica tan tremendamente leída, eso nos provoca una inmensa angustia, consciente o inconsciente. Porque hoy más que nunca sabemos que no sabemos. Vemos esos símbolos de diferentes alfabetos con distintas notaciones, y nos preguntamos, por ejemplo, en la inmensidad de la curiosidad humana, qué significarán... o más angustiante aún, hay gente con la que charlamos diariamente, por aplicaciones de mensajería instantánea, que nunca conoceremos.
Tengo un amigo en Colombia, con quien siempre hablo, nos contamos nuestras penas, pesares y alegrías, por ejemplo, pero ni el tiene dinero para venir, ni yo para ir. Y a veces eso pesa.
Es como ver una manzana roja y jugosa colgada de un árbol, y no poderla alcanzar, y que al final la manzana se pudra.