viernes, 12 de junio de 2015

ACOSTUMBRAMIENTO

Estábamos caminando con Eliana una fría mañana de Febrero por las calles de una toma barilochense. A pesar de que todavía era verano en Argentina, el frío calaba hondo en los huesos. Íbamos abrigadas, recuerdo, con nuestras gruesas camperas térmicas.

De pronto vimos unos niños delgados como juncos corriendo y jugando en el patio delantero de lo que , supusimos, era su casa. Una precaria construcción de cantoneras y naylon. Me llamó la atención lo desabrigados que iban los niños y lo delgados que estaban. Entonces le dije a Eliana: -"¿Viste esos chicos, qué desabrigados que están?-". Ella, que había pasado muchas necesidades cuando pequeña, me respondió con la calma que la caracterizaba: "-Uno se acostumbra, al frío, al hambre, al rechazo, sólo es cuestión de tiempo.-"

La frase quedó grabada en mi mente y la analicé repetidas veces en mis soledades.

"Uno se acostumbra". Me da una penita en el alma ver cada día tantos niños acostumbrados, a tristes soledades e inenarrables agonías...con sus pequeñas manitos sucias de moco y tierra, pidiendo en las esquinas de las avenidas cada vez que voy a trabajar a mi tibia y cómoda oficina.

Me da tristeza. Quisiera hacer algo para que no estén tan acostumbrados. Pero cuando recuerdo que mis recursos a duras penas alcanzan para mantener a mi familia, aprieto el paso para llegar a mi trabajo. Al fin y al cabo, "Uno se acostumbra".

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